martes, 5 de abril de 2011

FOTOS CURIOSAS II




Documento de lo que, quizás, fue el primer accidente ferroviario en el casco urbano de Mar del Plata. Ocurrió el 19 de diciembre de 1910 en el paso a nivel de la calle San Martín. La fotografía fue enviada por Mónica Lombardi y Juan Boubée. Adjuntamos el artículo periodístico editado por el diario LA CAPITAL el 19 de diciembre pasado, al cumplirse 100 años de este episodio.
Estamos viendo una fotografía que hoy cumple un siglo. Nos muestra lo que quizás haya sido el primer accidente ferroviario en el casco urbano de Mar del Plata.
Un detalle realza el valor de la reliquia: alguien, hace 100 años, escribió sobre la foto las circunstancias del hecho y los nombres de sus protagonistas. De tal forma, sabemos que aconteció a las 16.40 del 19 de diciembre de 1910 en el paso a nivel de la calle San Martín.
En esos días, la circulación de un tren por esa zona era un acontecimiento novedoso y, seguramente, digno de asombro. Quizás el mismo que sintieron los tres ocupantes del auto cuando advirtieron, muy tarde, la proximidad de una opulenta locomotora a vapor. Todos sobrevivieron, no sólo para contarlo, sino también para celebrar con un asado cada aniversario del milagro.
Es sabido que ferrocarril llegó a Mar del Plata en 1886 y que su recorrido terminaba en la Estación Norte. Desde allí los aristocráticos veraneantes se desplazaban en carruajes hasta su destino: un microcosmos europeo que había prosperado en torno al Bristol Hotel. La posterior invasión de un turismo pudiente pero despojado de abolengo fue en desmedro de aquella ensoñación afrancesada, de modo que la aristocracia migró ligeramente al sur, donde levantó sus residencias palaciegas.
La Estación Norte quedó lejos del nuevo enclave y hubo reclamos –exitosos por cierto- para que los ferrocarriles británicos, con el trazado de una vía de casi 5000 metros, extendieran hasta allí su recorrido. Ello dio origen a la Estación Sud, que funcionó en el predio comprendido por las calles Alberti, Alvarado, Sarmiento y Las Heras, donde luego operaría la Terminal de Omnibus.
La nueva estación fue inaugurada el 1 de diciembre de 1910 con precarias instalaciones de madera, ya que el edificio que aún perdura quedó habilitado la temporada siguiente. Esto significa que al momento de producirse el accidente, ese corredor ferroviario recién había cumplido 18 días.
Los propietarios de la foto, fieles a la tradición oral de la familia, dan por cierto que fue tomada por un reportero de la Revista Caras y Caretas que viajaba en el tren, quizás para graficar el viaje de personalidades en el comienzo de la temporada 1910-1911. Debe recordarse que dicho medio ofrecía amplias coberturas de los veranos marplatenses, por lo cual la presencia de un enviado a bordo del convoy no es inverosímil.
El automóvil que resultó destruído era un moderno Clement Bayard de fabricación francesa y pertenecía al concejal socialista Ambrosio Bestoso. Pero el edil no iba en el auto, sino su mecánico, un italiano llamado Gregorio Lombardi que había trabajado en la fábrica Fiat de Turín.
Ya en Mar del Plata y a pedido de selectos clientes, Lombardi ensamblaba automóviles que llegaban desarmados y encajonados a la ciudad. Así ocurrió con un Roll Royce que perteneció a un profesional llamado Carlos Hardy.
Quizás por un exceso de formalismo o acaso con un dejo de humor, quien escribió los datos sobre la foto le otorgó títulos desacertados a los tres ocupantes del automóvil. De tal manera, Lombardi aparece como “chauffeaur”, Juan Di Tardy como “ayundante mecánico” y Juan Teodoro D´Emilio como “ayudante de chauffeur”. En verdad, Lombardi era el conductor y los otros dos tenían simple rango de acompañantes sin que se conozcan más circunstancias del accidente que, según un calendario de la época, ocurrió un domingo.
En su libro “El Barrio del Oeste”, el arquitecto Roberto Cova menciona el episodio y recuerda que Lombardi tenía un taller en la zona de Diagonal Pueyrredon y Colón con Luis Marzetti, especialista en máquinas de vapor. Invocando el testimonio de una antigua vecina llamada Celia Barrio de Cayrol, el historiador relata que “durante años, para el aniversario del accidente y como festejo por la falta de bajas, se hacía una gran reunión en el taller, un típico asado de hombres, muy de moda en aquel tiempo”.
Afortunadamente, la reliquia fotográfica fue conservada por los descendientes de aquel mecánico que se salvó por milagro. Una de sus nietas –Mónica Lombardi- se casó con Juan Boubée, integrante de la familia propietaria de uno de los comercios emblemáticos de la ciudad: Calzados Fortín. Ello explica que la fotografía luzca, singular y orgullosa, en el local que la firma posee en la calle Alberti. Sitio donde hace algunos días llegó de visita otro conocido vecino marplatense: “Pocho” Palumbo, de ancestral estirpe quilmeña. Fue él quien reparó en la fecha de la imagen y le sugirió a sus dueños que la enviaran a LA CAPITAL en el marco del proyecto Fotos de Familia. Es así como estamos viendo esta foto que hoy cumple un siglo.

Fuente: Familia Boubee - Fotos de Familia - Diario La Capital

FOTOS CURIOSAS


Presentación de las 20 motocicletas Gilera 215cc.  Patrulleras para Transito el 20 de abril de 1976 frente al palacio municipal. De izq. a derecha: Victor Dilosa (motorista), Manuel Acri (motorista), Tulio Archieri (Encargado de Servicio de de Calle), Roberto De Felice (motorista), Ramiro Rodriguez (Jefe de Turno), Oscar Camaño (Director de Transporte y Transito), Señor Colombo (periodista de la Capital), Luis Fabrizio (Intendente Municipal), Sr. Lairal (Integrante del Gabinete Municipal), Sr. Caceres (tambien integrante del Gabinete), Dr. Ruben Junco (Secretario de Gobierno). La toma fotografica fue realizada por el señor Alfonso del Diario La Capital”.

Fuente: foto enviada por Victor Dilosa a Fotos de Familia - Diario La Capital

El Dr. Ruben Junco en la candidatura a intendente del año 1987 junto a los ex intendentes socialistas Lombardo y Fabrizio.
Una foto histórica, con todos los intendentes del ´83 hasta hoy, más el socialista Jorge Raúl Lombardo (elegido en el ´63) Elio Aprile, Gustavo Pulti, Jorge Lombardo, Daniel Katz, Angel Roig y Mario Russak.- Extraida del Diario La Capital del dia 15/10/2011.-



Teodoro Bronzini junto a sus hijos en Punta Mogotes - Tiito, Roberto y Alicia. En la foto puede verse la fecha: 24 de diciembre de 1934.



“Una mañana en el verano de 1948 en Punta Mogotes, mientras llenaba el quinto balde con arena mojada extraída del mar, esquivando las olas, al regresar junto a mis padres, veo que ellos están hablando con un señor en traje de baño, luciendo un sombrero y sus enormes bigotes, al acercarme me pidieron que me uniera a ellos para una foto grupal de familia. Me lo cuenta Carlos von Zedtwitz, el más pequeño en la foto con su madre Irene, su hermano Rodolfo, “Alfredo Palacios”, la tía Haydée y su padre Ernesto”. Foto Enviada por Enrique Mario Palacio a Fotos de Familiia - Diario La Capital



“Esta es la foto de casamiento de mis abuelos maternos, Carmen y Miguel Véspoli, famosa familia gastronómica de Mar del Plata, que se realizo en Septiembre de 1910. Está tomada frente a la residencia Véspoli, en el Boulevard Independencia (actual Av. Independencia) entre Av. America (actual Av. Luro) y 25 de Mayo. Asistieron a la boda parientes como los Scarpati, Dartiguelongue, De Angelis, Diprisco y personalidades de la época. Los padres del novio viajaron de Sorrento especialmente para el gran acontecimiento y luego regresaron. Entre los invitados se encontraba el Dr. Alfredo Palacios, gran amigo de mi abuelo (es el señor que está sentado en el estribo del auto, con su característico moño).El auto en el que están mis abuelos fue el primero que hubo en Mar del Plata.
De esa unión nacieron Totó, Torcuato, Electra, Carmen (mi madre), Rolando, y el más pequeño, Argentino “Chiche” Véspoli. Sin más, les agradezco esta posibilidad y los felicito por haber emprendido esta gran tarea de reconstruir la historia de los que hicieron posible que nuestra ciudad sea lo que es actualmente”

Fuente:Veronica Vigliani. Fotos de Familia - Diario La Capital


“La foto es de 1958/1959 . El personaje notable es Alfredo Palacios en las Playas del Faro. A la izquierda y atrás, mi mamá, Elsa Bracco de Pepe, a su lado,mi hermano Juan Carlos Pepe. Los demás, turistas”. 

Fuente: Elsa Pepe de Furlan - Fotos de Familia - Diario La Capital


Inauguración del Monumento a la Madre Universal, el 15 de octubre de 1950. En el palco se encuentran Victorio Tetamanti y el padre Martín Zabala. La fotografía fue enviada por Tilde Uzquiano, ícono de la televisión y la radiofonía local. El 17 de octubre pasado Tilde narró la historia del monumento en la sección “Mi Barrio es Así”, que se publica todos los domingos en el diario La Capital, como parte del proyecto Fotos de Familia. A continuación su relato:
En la audición “El cuentito de la tarde” nació la idea entre los niños para erigir en un lugar de la plaza, una estatua dedicada a la madre. La idea fue ganando nuevas opiniones y pronto el término estatua se cambió por el de monumento. Con el Sr. Rufino Inda, se habló de un monumento a la Madre Universal mediante un concurso abierto a artistas locales, realizado en piedra de la zona.
Inda consiguió un jurado de lujo que fue integrado por Raúl Rubianes, catedrático en su especialidad y crítico de arte del Diario El Mundo de Buenos Aires; Fernán Felix de Amador, crítico de arte del Diario La Prensa de Buenos Aires y Alfredo Guido, artista y crítico de arte y director de la Escuela Superior de Bellas Artes de Bs. As., autor del Monumento a la Bandera de la ciudad de Rosario.
Las obras que se presentaron fueron tres, con la firma de Manuel de Llano, José Alonso y Radogna, y fueron exhibidas en la Sociedad de Fomento de la ciudad de Mar del Plata, en el local que ocupaba en la calle San Martín 2726. El jurado por unanimidad dio el premio a la obra presentada por José Alonso y menciones para los dos restantes. Con la anuencia de los señores integrantes de la sociedad de fomento, Fava, Spognardi e Inda, las obras fueron exhibidas al público durante varios días.
No hay duda de que los niños movilizaron a los mayores y los aportes llegaron en nombre de distintas personas, padres y madres, en particular. Incluso se recibió una alcancía pequeña, infantil, con una leyenda que decía: “le envío mi alcancía con mis ahorros para el monumento a mi mamá”. La dueña de la alcancía era alumna del Asilo Unzué.
El ambiente se conmovió en grado tal que los concejales de Mar del Plata, mediante un proyecto solicitaron que con destino al monumento a la madre se donara la suma de $ 15.000 m/n. Fue aprobado por unanimidad. El proyecto tenía la firma de los señores Mario Galli y Santiago Cotado.
Recuerdo que Raúl Rubianes aseveró que él disponía de un catálogo de todos los monumentos que existían y aseguró que el Monumento a la Madre Universal se constituía como único en el mundo, justamente por su carácter de “universal”.
Como el tercer domingo de octubre de cada año se conmemora el Día de la Madre Universal, se pensó fijar el emplazamiento del monumento después de consultar con el escultor Alonso respecto de la factibilidad, el día 15 de octubre de 1950.
El lugar elegido fue la plaza Mitre sobre la esquina ubicada en la avenida Colón y San Luis, con el rostro de la madre mirando al sol naciente. En el talud de tierra y césped se colocó la placa con la escritura “La madre – iniciativa del Club de Niños Norma y Susana – 15-X-1950″. En el talud de tierra, debajo de la placa, se enterró una urna de plomo conteniendo diarios, dineros, monedas y elementos de la época que según la tradición se abrirá al cumplirse el centenario de la obra.
Con posterioridad a su inauguración y debido a que Obras Sanitarias de la Nación construyó un depósito de agua potable en el mismo lugar donde estaba el monumento, fue menester cambiarlo al lugar actual o sea Av. Colón esquina Hipólito Yrigoyen con el rostro mirando hacia el norte.
Como el monumento se realizó en piedra de Mar del Plata, Alonso lo realizó en dos partes en su taller de Buenos Aires, sito en el Pasaje Logroño y fue necesario traerlo hasta Mar del Plata, en tiempo y forma. Como este problema se ventiló en la audición del Club de Niños Norma y Susana, el titular de la firma Sartora de nuestra ciudad se ofreció espontáneamente a recibir el monumento y emplazarlo debidamente, bajo la responsabilidad de su empresa en el solar fijado. El escultor Alonso recibió por el pago de su tarea la suma de $ 13.000 y las menciones a los proyectos presentados, la suma de $ 500 cada uno.
Destaco con verdadero orgullo y satisfacción que una de las personas que colaboró directamente en la concreción del monumento fue don Rufino Inda, que el día de la inauguración no estaba en el palco oficial sino entre el público presente. Lo propio destaco de los señores del Honorable Concejo Deliberante que lo aprobaron por unanimidad.
El día señalado para la inauguración del monumento fue una convocatoria popular y muy numerosa que hizo vibrar las fibras más íntimas de los miles de asistentes. Los presentes florales cubrieron el talud y hubo tantas lágrimas como ruegos. En ese momento se dijo que el rostro de la Madre Universal, al parecer duro, se veía tierno y hermoso si se lo contemplaba a través de una lágrima.

Fuente: Tilde Uzquiano -Fotos de Familia - Diaario La Capital 



Singular expresión de militantes del Partido Socialista en 1934 en el paseo General Paz, frente a la Rambla Bristol. “El que está enmarcado en un circulo es Américo Tomás Carrizo, mi viejo, posando en la playa junto a unos amigos por el legendario Partido Socialista con el que siempre se identificó Mar del Plata. También fue el que esculpió en mármol la placa al Pionero Marplatense que aun hoy esta en el monumento de la calle Hipólito Yrigoyen esquina San Martín”.
Fuente: Enviada por Luis Oscar Carrizo - Fotos de Familia - Diario La Capital

El maestro Aniceto Rodríguez en la Academia Argentina de Esgrima con sus discípulos: el Senador Nacional Alfredo Palacios y José Oliva (junto al Dr. Palacios se encuentra el hijo del maestro Rodríguez, de nombre Rómulo, años más tarde teniente del Regimiento 6 de Infantería), 1915. AGN_DDF/ Caja 496, inv: 62482.
Alfredo Palacios y Alicia Moreau de Justo, Buenos Aires c.1960.
Alicia Moreau de Justo, 1941.
Alfredo Palacios, 1912.AGN_DDF/ Caja 496, inv: 62479.

Fuentes:
Fotos de Familia del Diario La Capital 
Archivo General de la Nación

lunes, 4 de abril de 2011

PUBLICACION - DIARIO LA CAPITAL



En el diario La Capital se publicó en el día de hoy - 04/04/11 - la foto mandada por el administrador de este blog a la redacción de "Fotos de Familia" con todos los comentarios pertinentes. Un lujo para este blog que sigue creciendo. Adjunto la nota de marras...

Fuente: Diario La Capital - Día 4/4/11 -Documentos de Fotos de Familia - Pag. 12 

El barco Repulse -en el que viajó el prìncipe de Gales- fotografiado por Francisco Gordon el 26 de setiembre de 1925. La imagen fue enviada por su hija Alicia y nos permite seguir reconstruyendo la historia de aquel insólito setiembre marplatense. Véase que el muelle del puerto local está cubierto de nieve. Ello responde a que un día antes había caído una de las nevadas más importantes que se recuerden en Mar del Plata. En este blog, con el número 0539, aparece una foto que también fue tomada por Francisco Gordon y que documenta aquel inesperado fenómeno en plena primavera. Inspirado en esa foto y revisando archivos, el periodista Oscar Lardizábal, jefe de redacción de LA CAPITAL, escribió un artículo que está editado en el blog Nuestra Historia, al que puede accederse en la página digital del diario. Lardizábal describe que al hallar el diario que informaba sobre aquella nevada, halló otra noticia llamativa: “… el Príncipe de Gales, Eduardo de Windsor, debía permanecer en Viña del Mar, Chile, porque un temporal de nieve impedía que el tren que lo había llevado hasta allí retornara a la Argentina, más precisamente a Mar del Plata, donde en su puerto flamante y aún de gran calado, esperaba el Repulse, la nave de impresionante porte que había trasladado al heredero de la corona británica hasta el puerto de Montevideo. Allí el Príncipe, que había viajado hacia la América del Sur invitado por el presidente de la Argentina, Marcelo T. de Alvear, trasbordó a un barco más pequeño, más agil para sortear el estudiario del Río de la Plata y llegar a destino, con toda la paquetería de Buenos Aires, confirmando que la Argentina alvearista, entonces entre los diez países más grandes del planeta, y el Reino Unido tenían excelentes relaciones al punto de volverse “carnales”, al poco tiempo, con el Tratado Roca-Runciman de 1933″.

“¿Y el Repulse? Siguió hacia Mar del Plata, hacia ese puerto que, como lo recordamos hace poco con motivo de cumplirse los cien años de la ley que dispuso su creación, fue concebido como de aguas profundas y como alternativa para el de Buenos Aires, al influjo de la desesperación del establishment nacional al ver que el Canal de Panamá podía hacer desaparecer todo el tráfico marítimo que unía los océanos, el Atlántico y el Pacífico, bordeando el Cabo de Hornos, en el extremo sur americano, pasando por el mar argentino”.

“¿Y el Príncipe?. Bajó en Buenos Aires, fue motivo de agasajos todas las noches (en uno con la participación del dúo Gardel-Razzano), partió en tren junto a su comitiva y a los fascinados funcionarios del país hacia Mendoza y Chile, volvió después del temporal de nieve que azotaba a toda la región, llegó a la ciudad, lo recibió Teodoro Bronzini, se alojó en Chapadmalal, en la estancia de los Martínez de Hoz. Y la ciudad, pese a uno de los más crudos inviernos que haya vivido, a pesar de la nieve, vivió alterada, tal vez de manera similar a cómo lo estuvo cuando ancló frente a nuestras costas el portaaviones norteamericano Kitty Hawk, en 1991, aquel año cuando también el tiempo y la misma Tierra parecieron enojarse, ya que tuvimos de todo, la nevada, la ceniza que arrojó un volcán chileno que tapó a la localidad santacruceña de Los Antigûos, y un huracán que arrancó de sus amarras al Marcelina de Ciriza, el increíble barco fantasma que encalló frente a la costa a la altura de la avenida Constitución”.

Fuente: Fotos de Familia - Diario La Capital 


El Repulsse, por su calado, necesitaba anclar en un puerto con suficiente profundidad, la que no tenía el de Bs. As..- Así se decidió ampliar el de Mar del Plata construyéndose entonces (para el arribo, en 1925, del Príncipe de Gales a la Argentina), una sección que no estaba contemplada en los planos iniciales…Esa zona, surgida para recibir al monarca inglés fue aprovechada, veinte años más tarde, más precisamente en 1945,ya finalizada la II GM, por los dos submarinos alemanes que arribaron a nuestro puerto después de muchos meses de navegar y cruzar el Atlántico sorteando la vigilancia de las fuerzas aliadas, navegando de noche hasta llegar a la Argentina, que en aquéllos tiempos apoyaba, sin hacerlo expresamente, al Eje

Fuente: Esther B. López - Fotos de Familia - Diario La Capital


 
Residencia de la estancia Chapadmalal de Miguel A. Martinez de Hoz. Foto publicada en Inglaterra por Jas Truscott and Son Ltda, para Lloyd’s Greater Britain Publishing Company Ltd. En esta estancia paró el Principe de Gales en 1925.

Fuente: Lic. Angel J. Somma - Fotos de Familia - Diario La Capital


viernes, 1 de abril de 2011

PRIMER GOBIERNO SOCIALISTA



















“El primer gobierno socialista de Mar del Plata. Año 1920. “Arriba, izquierda: Antonio de Tomaso, Alejandro López, Antonio Zacagnini, Francisco Berengeno y Miguel Pascarelli. Sentados, izquierda; Juan A.Fava, Teodoro Bronzini, Antonio Valentini, Juan Laffranconi y Rufino Inda.

Teodoro Bronzini nació el 10 de Octubre de 1888 en el barrio de la Boca y murió el 20 de agosto de 1981 en Mar del Plata. Hijo de un pescador, llegó a esta ciudad en 1892. Trabajó desde los 8 años en los balnearios de playa Bristol. También fue canillita y mensajero. Se recibió de tenedor de libros y desde 1937 se dedicó a la promoción de seguros, tarea que desempeñó hasta el fin de sus días. A los 22 años participó en la Junta Popular de Resistencia a los Comisionados, que luchó por la autonomía municipal. En 1913, a los 24 años, fue elegido concejal por una agrupación que se constituyó en Partido Liberal, de vida efímera. Dos años más tarde se afilió al Partido Socialista y el 7 de diciembre de ese año fundó el semanario El Trabajo, que se transformó en diario desde 1920 hasta su desaparición en 1974. Fue concejal por el PS entre 1917 y 1919, año en que lo eligieron intendente. Ejerció otras dos concejalìas (1922/23-1926/27) y otras tres intendencias (1924/25-1928/29 y 1958/63). Fue diputado provincial y convencional constituyente para la Reforma de la Constitución Provincial y diputado de la comisión que reformó la Constitución Nacional en 1957. Accedió a su ùltimo cargo pùblico (senador provincial) en 1963 y ejerció su mandato hasta el golpe militar del 28 de julio de 1966.

Fuente: Diario La Capital - Fotos de Familia - 
Referencias enviadas por Leticia Laffranconi.

RICARDO JUNCO

Recordando a mi tío…

Este es quizá el más caro de los recordatorios para mí.
Como yo no conocí a mi padre, los hermanos de mi padre fueron para mí esa figura paterna que yo no tenía; y mi tio Ricardo fue el mas alto modelo que tuve en la vida. Lo recuerdo jugando con todos nosotros a fin de año, cuando nos reuníamos para las fiestas, jugando con él al tenis en el Club Universitarios (donde también asistía su hermano Sebastián a jugar al fútbol).
Lo recuerdo en el Concejo Deliberante allá por el año 83. Yo tenia apenas 16 años y lo iba a saludar al bloque. Para mi era un orgullo tener un tio concejal; tenía tanto trabajo para aquellas épocas que apenas podia dedicarme unos segundos. Recuerdo como me frustraba intentando esperarlo para charlar con él. Solo algunas vecez podia hacerlo. Mientras tanto, el "Pichi" Benítez me tranquilizaba con sus palabras.
--Tenle paciencia --me decía-- Está como loco con un tema que tiene que tratar el jueves en el Concejo. Entonces me quedaba hablando con Andrés Cordeu o Eduardo Bronzini que eran adolescentes como yo (pero mas grandes) y ayudaban en el bloque como administrativos.  El día que murió, me cerré herméticamente para que nada me afectara. Eduardo Bronzini me llamo al tiempo para que fuera al partido porque le hacían un homenaje, pero no fuí. No podía compartir mi dolor. Aun leo estas hermosas líneas que le dedicó Lombardo y se me asoma una lagrima de emoción, como si las leyera por primera vez... y las leí tantas veces...
Allá estará con mi viejo mirándome desde arriba y junto a la mayoría de sus hermanos.
Que Dios te bendiga tío.

Pablo Javier Junco
 



(En el H. Concejo Deliberante)

Sr: Presidente: A los efectos de un homenaje tiene la palabra el concejal Anastasia.
Sr. Anastasia (AM): Señor Presidente, es para recordar aquí el fallecimiento ocurrido el día martes de esta semana del contador Ricardo Junco. Ricardo Junco fue discípulo de don Teodoro Bronzini. Fue concejal allá por el año '56. También fue concejal en el gobierno de don Jorge Raúl lombardo, y Presidente del Concejo Deliberante durante la gestión de Fabrizio. Fue dos veces también electo concejal durante el periodo de don Ángel Roig. Cinco veces fue elegido concejal, señor Presidente, tal vez es un hecho histórico, inédito, en la ciudad de Mar del Plata. Militó desde muy joven dentro del Partido Socialista Democrático, ocupando diferentes cargos, y así lo sorprendió en el momento de su fallecimiento. En 1987 compartimos con él este Concejo Deliberante y compartimos también el Bloque de la Unidad Socialista. En esa oportunidad lo denominamos "el maestro", porque era capaz de resolver las más intrincadas cuestiones municipales en forma sintética, clara y conceptualmente orientada siempre al bien común. En un verdadero ejemplo para nosotros y para la juventud, fue un político honesto, capaz, que reemplazó la palabra "competencia" por la de "participación", fue además, señor Presidente, un buen padre de familia, un buen abuelo, un buen esposo, dedicado siempre a la política, a la ciudad y por supuesto a su familia. La ciudad y quienes lo conocimos en su actividad seguramente no lo olvidaremos, Queda para nosotros, para sus familiares, para sus amigos, su calidez, su altivez y su humildad. Se fue sin estridencias, se fue como un ciudadano común, pero con dignidad, como un señor, por eso y por mucho más señor Presidente, lo recordaremos por siempre a Ricardo Junco.
Sr, Presidente: Concejal Viñas, tiene la palabra.
Sra. Viñas (PSP): Gracias, señor Presidente, tamblen para hacerle un homenaje a "el maestro" - como decía el concejal Anastasia, porque también he tenido como muchos de los que estamos aquí la posibilidad y la oportunidad no solo de conocerlo sino también de aprender de él muchas cosas, y justamente ayer cumplía 75 años. El estudió con mucho sacrificio, venía de una familia muy humilde y los estudios secundarlos y universitarios los desarrolló trabajando, y como decía el concejal Anastasia creo que debe haber sido el concejal que más tiempo estuvo en nuestro Concejo Deliberante y me atrevería a decir en la provincia de Buenos Aires por lo que hemos estado buscando.  Dieciséis años de concejal, lo sorprendieron dos golpes de Estado: el golpe de Onganía y el golpe de Videla. Aportó   desde   siempre  todos   sus conocimientos   en   la   Comisión   de Hacienda     y     Presupuesto,     que seguramente el hoy concejal Irigoin lo recordará, porque como nosotros en aquella Comisión de Hacienda había otros   concejales   contadores   y   el concejal     Irigoin     Iniciaba     como Secretarlo de Hacienda sus primeros pasos en el Ejecutivo teniendo una responsabilidad tan Importante como la de ser Secretarlo y creo que nos vamos a acordar más de una anécdota del maestro que con solo mirar uno o dos  minutos los expedientes sabía donde faltaba o donde había que poner alguna cifra  más o  menos.     Cabe destacar que también ejerció Ricardo Junco la Presidencia de Honorable Concejo Deliberante en la década del '60  cuando  era  Jorge Lombardo Intendente  y  también  lo cumplió cuando Luis Fabrizío fue Intendente. Desde su juventud    realizó una militancia muy activa, él se afilió al Partido Socialista  cuando tenía dieciocho años y si hay algo que lo caracterizaba además de su humildad, es que siempre trabajó en forma muy honesta en función de su ciudad como muchos de los viejos socialistas, que algunos murieron y algunos siguen con nosotros. Su sentido social, su moral y su ética queden   de manifiesto al observar  la  limpia  trayectoria representada  en su patrimonio, siempre tuvo un viejo automóvil y una casa construida hace cuarenta años por el  Banco  Hipotecario Nacional.
Vivió con sus ideales puestos al servicio de la ciudad y de su gente, y. por todo esto valga este humilde y simple pero sentido homenaje que le queremos haces desde esta banca. Muchas gracias.
Sr. Presidente: Gracias  concejal. Concejal Sirochinsky, tiene la palabra,
Sr.  Sirochinsky  (UCK): Señor Presidente. Yo quisiera solicitarte a este Concejo que me permita hacer uso de la palabra. Sé que se había decidido que fuese un concejal por bloque, pero he solicitado al presidente del mío que me permita expresar algunos conceptos con respecto al amigo que ha fallecido en estos días. Fue en 1983 cuando ingresamos, se cumplen unos cuantos años donde volvimos a vivir en democracia, donde el inicio de todo un nuevo proceso con gente joven y con gente que por primera vez accedía a estas bancas, contamos con la maestría, contamos con la experiencia de don Ricardo Junco y quiero decirle señor Presidente, que en momentos sumamente graves que vivimos en esos primeros años de democracia, quien hoy les habla ocupaba ocasionalmente la Presidencia del Concejo y tuvo en el Concejo en la mano amiga de Ricardo Junco, un apoyo que muy pocas veces creo que se pueden lograr por parte de un concejal que no pertenece al mismo partido. Por eso quería recordar este hecho, quería recordar la relación que mantuvimos con don Ricardo y que este momento lamento profundamente no haberme enterado del fallecimiento porque hubiese deseado acompañarlo hasta su última morada. Nada mas quería recordar este hecho, en situaciones muy particulares que vivió la democracia siempre lo conté a mi derecha. Entonces para la memoria de Ricardo Junco este recuerdo y para su familia que puede llevar orgullosamente su apellido por haber tenido un hombre que convivió para su ciudad y para el mejoramiento de la calidad de vida de todos sus habitantes. Gracias.
Sr. Presidente. Gracias   concejal.
Concejal Gauna Tiene la palabra.
Sr. Gauna (PJ)):    Señor Presidente, nuestro bloque acompaña este justo homenaje a la figura de Ricardo Junco.
5r. Presidente: Sr.Concejal Irigoin, tiene la palabra.
Sr. Irigoin (UCK): Si, señor Presidente. Para adherir por parte el Bloque Radical a este momento de recuerdo, a quien como han dicho participó en innumerables ocasiones de este Honorable Concejo Deliberante, pero fundamentalmente más allá creo que Ricardo Junco perteneció a una etapa de Mar del Plata, una etapa donde dirigentes que a partir de una figura señera como Teodoro Bronzini, marcaron pautas y establecieron en nuestra ciudad una característica distintiva. Si algo tenemos que destacar de Ricardo Junco es el mantenimiento de una línea de conducta, el mantenimiento de la persistencia en defender sus ideales, en mantenerse siempre en una misma bandería política, en haber buscado sin estridencia, sin golpes bajos en todo lo que fue su actuación en al Concejo y su actuación política, el dialogo, el consenso y sobre todo establecer pautas muy claras de conducta tanto en el análisis de los temas que él más conocía, que eran los temas que tentar relación con el presupuesto. Fue un persistente defensor de la autonomía municipal y además supo compartir le que era su trabajo profesional y dentro de nuestra profesión era realmente respetado, fue uno de los primeros que en la ciudad tuvo un estudio contable de una dimensión importante cuando todavía no se estilaba esta forma de trabajo y supo consensuar, supo compartir su trabajo político con la profesión, a la que nunca abandonó con sus altibajos, pero si algo recuerdo es su búsqueda permanente de cual era el camino correcto, la solución correcta para los problemas de la ciudad, más allá de su embanderamiento, más allá de su participación en determinado bloque político. A mí lo que me tocó desde la función del Ejecutivo compartir con él, en su participación en aquella Comisión de Hacienda, que como recordaba María del Carmen, se destacaba por la cantidad de contadores que participaban, siempre encontré en él la pregunta clara, la propuesta clara, sin malas intenciones, buscando entre todos el proyecto o la concreción de lo que sirviera a la ciudad, y creo que como conducta y como estilo de vida nos deja algo muy preciso y que sirvió de ejemplo a sus hijos y a todos aquellos que militaron con él políticamente, por eso solicito que hagamos un minuto de silencio en recuerdo del contador Junco.
Los presentes se ponen de píe y realizan un minuto de silencio.

Fuente:10/12/98 -  Diario de sesiones del Concejo Deliberante


Recordando a Ricardo Junco
 2 de septiembre de 1999


"Lombardo: ¿Qué querrá decir ser bueno?".
De su puño y letra nuestra poetisa María Wernicke escribió esa pregunta a manera de dedicatoria en el ejemplar de su premiada obra "Imágenes de la Madre", que nos regaló.
Fue, en la oficina de una empresa de la calle Azcuénaga, de nuestra ciudad donde se desarrolló la conversación, en momentos en que a mí me preocupaba - más allá del diccionario - definir qué quería decir ser bueno; en una media mañana de 1977.
Al tratar de redactar estas líneas de recordación, me vuelve a la memoria aquel interrogante, porque Ricardo fue, coinciden todos los que lo conocieron, linealmente bueno. Y si serlo puede ganarle el aplauso y el elogio de propios y extraños, será honesto reconocer que también el serlo impone límites al que lo es.
¿Pueden triunfar los buenos?
Ricardo Junco había nacido en Puerto Madryn, (Chubut), el 8 de diciembre de 1923; fueron sus padres Rosalío, español (de Santander y por cierto republicano) y Micaela Garagarza, argentina, nacida en Necochea e hija de inmigrantes vascos.
Siete hermanos componían esta familia, que vivieron sucesivamente -antes de establecerse en Mar del Plata, en el año 40 - en Comodoro Rivadavia, Puerto Madryn, Coronel Suárez, Capital Federal y Avellaneda, en ésta en los años bravos dominados por Alberto Marcelo, de donde el matrimonio Junco resolvió poner distancia porque aquella ciudad no era un ejemplo saludable para sus hijos.
A Ricardo, que era de todos el más interesado por la "cosa pública", creo que lo conocí cuando llegó al Centro Socialista de 25 de Mayo y San Juan, cuando se incorporó a la Juventud Socialista "Jean Jaures".
Eran tiempos en que el gran salón de la vieja casona servia para la labor cultural y política, que el socialismo realizaba en la ciudad. Era el marco de su actividad y centro cotidiano de reunión para los militantes.
La televisión no había aparecido todavía.
A un costado, la Biblioteca Popular Florentino Ameghino, que tenía un dinámico bibliotecario, Dorindo José Penevi, siempre dispuesto a asesorar a los lectores. Una larga mesa con diarios y publicaciones - por supuesto partidarias -ponía al día de las novedades políticas a los afiliados. En mesas más pequeñas, Claudio Álvarez y Jean Pierre Bidart, solían enfrentarse en una partida de dominó; más allá podían ser Andrés de la Torre y Manolo Vega, abstraídos en una partida de ajedrez; en otro sector algunos gremialistas con sus temas propios, entre ellos Vicente Tótaro, Melquíades San Mateo, Juvenal Rico, Segundo Infanzón, Manuel Irazoqui y José Cabral. Estos tres últimos desertarían después del socialismo, cuando advino el peronismo y para incorporarse a ese movimiento.
Los muchachos, en otra mesa proyectaban madurar. Allí se juntaban Casillo Matiesco, por su edad ya en vísperas de tener que abandonar la militancia juvenil, los hermanos Izcue, sobre todo Julio que era ei más activo, los hermanos Villa-franca, Alfredo Nacoló, Gallardo, Guiterman, Luis Fabrizio, Iván López, con los que alternaba Ricardo, que rápidamente hizo amistades y supo ganarse la simpatía de todos.
En el escenario, que también lo había, Hilario de la Torre y alguna compañera, integrantes de la Agrupación Fílodramática "Juan Conde", podían estar ensayando un paso de comedia; o Genaro Di Lernía cultivando su vocación musical con el bandoneón sobre las rodillas.
Allí conoció a Eduardo de la Torre, Secretario General de aquel Centro, Miguel Guglieimotti, Teodoro Bronzini, Rufino Inda, Rómulo M. Etcheverry, es decir los nombres más grandes de esta filial partidaria.
Y también a Repetto, a Ghioldi, a Palacios, Solari y otras figuras nacionales del socialismo que ya le eran familiares desde que, siendo chico, su padre lo llevaba a mítines socialistas, cuando la familia vivía en Capital Federal y Avellaneda.
Como todos nosotros pegó carteles, ocupó la tribuna, fue delegado a congresos, habló en los barrios con los vecinos, fue concejal municipal muchas veces; y trabajando, militando y estudiando cursó la Universidad y se graduó de Contador Público Nacional.
Fue durante una licencia que me tomé en la intendencia municipal, y en la que él - en su condición de presidente del Concejo Deliberante - debió reemplazarme cuando le fijaron fecha para el examen final.
Con frecuencia recordaba que su examinador - el profesor López Aguirre - fue muy severo con el Intendente interino, al que mantuvo largo tiempo exponiendo su tesis sobre "Privatización de la recolección de residuos en la Municipalidad de Mar del Plata", y azuzándolo frecuentemente con un "Si usted ocupa tan alto cargo, tiene que tener amplios conocimientos sobre la materia".
Murió exactamente el día en que cumplía 75 años.

Como le escribí a Jaime Guper, radicado desde hace muchos años en Israel, y que siempre lo recuerda con afecto como compañero de largas caminatas, como amigo y consejero; "Se nos adelantó"
Todavía recuerdo su cara de niño contrariado, cuando en el muelle de Buenos Aires se quedó viéndonos partir rumbo a Montevideo - con su hermano Sebastián y José Guillermo Pérez - para concurrir a un acto contra la dictadura argentina, porque a él no le permitieron embarcarse ya que todavía no había llegado a la mayoría de edad.

“Representantes del Ejército y de la Aeronàutica se hacen presentes en el Palacio Municipal para deponer a las autoridades electivas. Eran las 5 de la tarde del 6 de Julio de 1966. El Coronel Dagoberto Viola se hace cargo de la Intendencia. Aparecen tambièn ademàs del Intendente Jorge Raul Lombardo,el secretario de Gobierno Sr Julio Del Rio ( de pie junto a Lombardo) y el Presidente del Concejo Deliberante Sr Ricardo Junco ( de bigotes, de civil claro, con los brazos cruzados y una tristeza notable en el rostro)
Fuente: ” En Defensa de Mar del Plata. Intendencia Lombardo.” Comentarios y apuntes Juan N.Morrell”. Enviada por Carlos Valentín González Rivero a Fotos de Familia - Diario La Capital



El Concejo Deliberante en 1963, cuando asumió la intendencia el socialista Jorge Raúl Lombardo -Las bancas eran ocupadas por: Teodoro J. Bronzini – Gregorio S. Correa – Geronimo Prusziani – Alfredo Kisling – Renato López – Narciso Mora – Horacio D.Ayesa – Rodolfo H. Danza – Roberto Bronzini – Juan C. Cordeu – Juan J.Boubeé – Reinaldo Cano – Oscar Cicalesi – Luis A. Falcone – Juan A. Morrel – Juan Sáenz Rio – Juan J.Caceres – Julio Izcue – Manuel Portabales – Ricardo Junco. Foto de Madgalena Rivas a Fotos de Familia - Diario La Capital



“El Socialismo de fiesta en su casa de la calle Rivadavia. En el centro, brazos en alto, el periodista Jorge Raúl Lombardo, quien acababa de ser elegido intendente. Inició su gestión desde 1963 hasta 1966″ De bigotes finitos a la izquierda, Sebastian Junco, hermano del concejal Ricardo Junco, . Enviada por Magdalena Rivas a Fotos de Familia - Diario La Capital

 
Albert, Ricardo Junco y el "Pichi"Benitez en el HCD

Alberto Viñas y Junco recibiendo a Cafiero en el HCD

Fuente: Jorge Raul Lombardo –ex  Intendente de Gral. Pueyrredón
Cuadernos Municipales – Testimonio XII - Recordaciones

EL PERIODICO SOCIALISTA


"LA VANGUARDIA"

El 7 abril de 1894 Juan B. Justo fundó junto a un grupo de compañeros de ideas entre los que se contaban Augusto Kühn, Esteban Jiménez e Isidro Salomó, La Vanguardia "periódico socialista científico y defensor de la clase trabajadora". Para afrontar los gastos vendió el coche que utilizaba en sus visitas de médico y empeñó la medalla de oro que le había otorgado la Facultad de Medicina. Justo escribía en el primer editorial de La Vanguardia: "hay que construir una alternativa política al pillaje y la plutocracia. Los Pereyra, los Unzué, los Udaondo, tan ricos que no tendrían por qué robar, son hoy los preferidos para los altos puestos públicos por los otros ricos, cuya única aspiración política es que sus vacas y ovejas se multipliquen sin tropiezos”.

El periódico La Vanguardia se había transformado en el ámbito natural de reunión de los socialistas de Buenos Aires. Fue creciendo la necesidad de crear un partido propio que expresara estas ideas y las llevara a la práctica. Así nació en 1896, bajo la inspiración de Justo, el Partido Socialista, que proclamaba en su carta orgánica: "El Partido Socialista es ante todo el partido de los trabajadores, de los proletarios, de los que no tienen más que la fuerza de su trabajo; las puertas del partido están, sin embargo, abiertas para los individuos de otras clases que quisieran entrar, subordinando sus intereses a los de la clase proletaria. Lo que es importante es patentizar nuestra independencia de todo interés capitalista o pequeño burgués".

"Me encontraba de mirón en la esquina, de pronto apareció en el lugar el doctor Alfredo Palacios, éste, enardecido al ver cómo eran incendiados los talleres en donde se imprimía el periódico, y con ellos la mayor biblioteca obrera del país —tenía más de cien mil volúmenes—, increpó al oficia! de policía: «Pero, ¿cómo es que no impide este salvajismo?». A lo que aquél respondió: «Vea, doctor, .mejor que se calme . . . ¡Son órdenes de arriba!»". José Tristán Ginzo, caricaturista político cuyos muñecos simbolizaron toda una época durante la cual el periódico socialista La Vanguardia se erigió en el máximo vocero del antiperonismo, reconstruyó de esa manera, la semana pasada, el momento que culminó con el incendio del local partidario, tradicionalmente conocido como Casa del Pueblo, en Buenos Aires. El hecho, ocurrido el 15 de abril de 1953, clausuró el período de mayor influencia del combativo periódico: en ese entonces, hablar de La Vanguardia equivalía a citar el punto más drástico de la oposición demócrata-liberal, un foco de reunión para amplios sectores ciudadanos.

Lanzamiento del Diario El Trabajo en 1915. Era del Partido Socialista.

Hoy, a 115 años de la fecha —7 de abril de 1894— que acunó el nacimiento de La Vanguardia y a varios lustros de distancia de su incendio a manos del peronismo, la efemérides resulta bastante empañada por lo que muchos observadores califican como total senectud de la corriente política que te dio origen. Tambalea más aún cuando se piensa en la actual división del partido (o ex partido, ya que oficialmente todos ellos están disueltos) en dos núcleos minoritarios: el Socialismo Argentino (PSA) y el Democrático (PSD). Ambos ostentan sus respectivas Vanguardias: la azul y la negra. Tales apelativos aluden, claro, al color en que están impresos.

Es una situación que para un cierto número de militantes (por ejemplo, para Jorge Selser, referente del PSA y ex secretario de redacción de La Vanguardia azul desde 1963) da lugar a ásperos calificativos: "¿Qué diferencia hay entre esos socialistas que siguen con La Vanguardia negra y los viejos conservadores? ¿Dónde quedó la pureza de la primera hora? ¿Qué se hizo de la lucha de clases, que ellos convirtieron en prédicas contra el alcoholismo y el tabaco?". Un estado de cosas que, sin duda, estaban lejos de prever aquellos pioneros de la primera hora, cuyos esfuerzos aspiraban a la creación de un "periódico socialista científico, consagrado a la defensa de la clase trabajadora", al decir de su primer director, Juan Bautista Justo, y de su primer tipógrafo, Esteban Jiménez.

"ESTE PAÍS SE TRASFORMA"

La chispa inicial del polémico —y a la vez discutido— periódico debe ubicarse hacia el 2 de agosto de 1893. Al atardecer de ese día, el médico y profesor de la Facultad de Medicina, Juan Bautista Justo, penetró decidido hasta los fondos del Café Francés, en la Capital. Desde las últimas mesas llegaban las voces: él se presentó, tomó asiento. Cuatro horas más tarde, cuando se levantaban para despedirse, La Vanguardia quedaba fundada.

Juan Bautista (o, mejor: Juan B., según se lo llamó desde ese instante) Justo fue así el flamante director del vocero. Aquellos conjurados no alcanzaban a la media docena: eran Víctor Fernández, Isidro Salomó, Augusto Kuhn, Esteban Jiménez. Sin embargo, y pese a la atmósfera de misterio que rodeaba la escena, la participación del líder socialista en la empresa había sido casual; en la mañana de ese mismo día había reparado en un aviso aparecido en el matutino La Prensa: "Periódico Obrero. Hemos recibido la siguiente comunicación: se invita a los presidentes de todas las entidades obreras a concurrir a la conferencia que se celebrará hoy a las 7.30 p.m. en el Café Francés, calle Esmeralda 318".

Se necesitarían otros esfuerzos, todavía, para coronar la empresa política-periodística que iba a cubrir una extensa etapa de la vida argentina: Augusto Kuhn reunió trabajosamente trescientos pesos, fracasó más tarde una colecta para reunir fondos y Justo no tuvo entonces otra alternativa que vender su coche y empeñar la medalla de oro (premio "Montes de Oca", de Medicina) en setenta pesos. Con lo reunido concurrieron a un remate, donde se liquidaban los restos de un fundido diario de la colectividad italiana. Veinte cajas de tipos tremolaban la indeclinable decisión. De este modo, en la otoñal mañana del 7 de abril de 1894, cuatro páginas de 45 por 29 centímetros, en las que se abarrotaban 11.800 palabras del texto, fueron la culminación del nacimiento. Antes, Justo tuvo que resolver cuál sería el nombre del semanario, instalado en los fondos de un inquilinato de la calle Independencia 1252. Para ello recordó que entre Las Flores y Tapalqué (dos localidades bonaerenses) existía un fortín lindante con los campos de su padre, que fue leyenda en su infancia: "Como la empresa periodística que iba a comenzar también empezaba en la frontera, decidí llamarla igual que aquel fortín: La Vanguardia", reveló luego el político.
 Los tres mil ejemplares de la novísima edición soportaron, sin embargo, algunos antecedentes: en abril de 1890, un grupo de exaltados —en su mayoría extranjeros— del Comité Internacional Obrero convocó a la celebración del Primero de Mayo. Entre las resoluciones de aquella asamblea se resolvió "crear un periódico para la clase obrera". Como fruto de ese reclamo, el ingeniero alemán Germán Ave Lallemant redactará durante tres años El Obrero, que se trasformaría más tarde en El Socialista. Sin embargo, la paz parecía reinar sobre la ciudad, ya que ni El Obrero ni El Socialista conocieron las peripecias que acompañaron luego el curso de La Vanguardia.
 Durante su primer año de vida el semanario debió mudarse en dos oportunidades: Chile 959 fue su segundo domicilio "Era una casa espaciosa donde, además, se celebraron algunas veladas político-literarias", recordará años después Kuhn. Pero el júbilo de los redactores y simpatizantes duró poco tiempo, porque al cabo de cuatro meses debieron mudarse nuevamente: la flamante sede será en la calle Europa (hoy Carlos Calvo) 1971, de donde son desalojados por presiones policiales. El sosiego aparecerá recién una década más tarde: en Defensa 888 funcionará desde 1904 y durante dos décadas la errabunda redacción de La Vanguardia. Una colecta popular y la decisión de su director, Nicolás Repetto, posibilitan al fin una larga ambición del semanario: ganar la calle. La cruzada se cristaliza en 1905, cuando una máquina plana doble testimonia el crecimiento, pese a que el lugar era "un tugurio lóbrego, falto de aire y de luz", como evocará el tipógrafo Jiménez.

"¡SALUD Y REVOLUCIÓN SOCIAL!"

El 28 de junio de 1896, dos años después de fundada La Vanguardia, y coincidentemente con el 31ª cumpleaños de Justo, se realiza el Congreso Constituyente del Partido Socialista. Se acercan al movimiento Leopoldo Lugones, Roberto Payró, José Ingenieros. En ese momento el semanario es el representante de los núcleos obreros que se han ido formando en el interior del país. El primer editorial, titulado Este país se trasforma, aborda desde una lineal perspectiva marxista la realidad nacional. Según el historiador Luis Pan (editorialista de La Prensa y colaborador de La Vanguardia negra), "por primera vez la política argentina conocía la declaración de principios de un partido, la plataforma electoral y el programa de acción. Ya en 1895 —aún no fundado el Partido Socialista— se celebró un Congreso Provisorio del Socialismo Argentino. Los socialistas participamos en las elecciones de 1896; desde luego, el fraude fue tan grande que ni hizo falta recontar los votos. En ese reparto, al partido le adjudicaron 138 . . . ".
El clima político del fin de siécle se enturbia rápidamente. Los socialistas, deseosos de disputarle a los anarquistas la primacía que tenían dentro del incipiente proletariado, organizan un acto en los Corrales Viejos. La policía irrumpe repentinamente y varios militantes, entre ellos Enrique Dickmann, son alojados en la comisaria. La Marsellesa, Hijos del Pueblo, el Himno a Turati son entonados con fervor por los detenidos. El comisario Vives les ordena entonces, perentoriamente, que se callen; no lo consigue, vuelve a insistir. . . y el canto se hace más fuerte. Resuelto, abre el calabozo y a empellones reparte a los detenidos en distintas celdas, junto a los borrachos. Minutos más tarde toda la comisaría entona La Marsellesa; el batifondo se vuelve infernal. Desconcertado, Vives decide liberar a los insurrectos para acabar con la batahola.
Las escaramuzas con la policía continúan y llegan a hacerse diarias.
Los "anarquistas de arriba" (como los socialistas definían a la clase gobernante) y los "anarquistas de abajo" preparaban el clima que culminaría con su primera clausura, en 1902. Las huelgas y enfrentamientos de los bandos que se disputaban el control del movimiento obrero, así como las diarias manifestaciones, desataron las iras del Congreso Nacional. En la noche del 22 al 23 de noviembre de 1902 se promulga y sanciona la Ley de Residencia (4144); entre los gestores de la medida se contaba el idílico y romántico Miguel Cané, autor de Juvenilla. Pero la energía policial no bastó para acallar a los entusiastas sostenedores del ideario socialista: a pesar de la clausura. La Vanguardia se imprimía ilegalmente y era distribuida entre los suscriptores por los propios afiliados.
La redacción, ubicada en aquel año en la calle México 2070, era "una habitación amplia con dos puertas, que se abrían a patios distintos. El compañero Mergal, un andaluz entusiasta que escribía las cartas con tinta roja y las encabezaba invariablemente con las palabras ¡Salud y revolución social!, era el administrador". Así recordaría posteriormente Nicolás Repetto su primera experiencia periodística, luego de ser ungido director del vocero socialista por el congreso partidario de 1901. "Nunca había penetrado en un taller tipográfico —recordó Repetto—; no sabia nada de burros ni de galeras."

LA BELLE EPOQUE

En París, el 7 de octubre de 1905, el dirigente socialista Jean Jaures pronuncia un discurso reclamando la jornada de ocho horas: la policía carga contra los reunidos. Doscientos heridos, más un millar de detenidos, es la culminación de la refriega. En Buenos Aires, entre tanto, los radicales se preparan para tomar el poder. Un motín estalla, pero es rápidamente sofocado; se declara el estado de sitio para reprimir la violencia de las huelgas que sacudían Rosario, Bahía Blanca, San Nicolás, San Fernando. El día 9 del mismo mes, el coronel Fraga, jefe de Policía, ordena a La Vanguardia "abstenerse de comentarios sobre estos desórdenes"; el diario no acata el ucase: con la edición del día siguiente se lo sanciona con 90 días de clausura.En las vísperas del centenario la ciudad vivía un clima de inusitada violencia. Los anarquistas deciden entorpecer los festejos hasta lograr la derogación de la ley 4144, y el gobierno recurre, una vez más, al estado de sitio. El 14 de mayo de 1910, al atardecer de un día plomizo, gris, a los gritos de "¡Viva la Patria!, ¡Viva la policía!", una patota nacionalista incendió y saqueó el local de La Vanguardia. El ataque es tan rápido y efectivo que los redactores apenas si pueden escapar por los techos que dan hacia la calle Estados Unidos. Pero la mecha había sido encendida un año antes: un militante anarquista da muerte al jefe de Policía, coronel Ramón Falcón, responsable, según ellos, de la represión policial. Como consecuencia, La Vanguardia es clausurada por varios días y se suspenden las garantías constitucionales.
El fervor popular amenguara, meses más tarde, el desastre del 14 de mayo: se reúnen 25 mil pesos y así, el 16 de agosto —en pleno estado de sitio— el diario reaparece. Tal normalidad no seria quebrada hasta 1931, en plena dictadura o "dieta-blanda", como solían calificar los opositores al gobierno.
Para el autodidacto Juan Antonio Solari (ex periodista, ex diputado) "la emoción más grande de mi vida fue e! día en que el doctor Nicolás Repetto dio su aprobación para que ingresase en la redacción de La Vanguardia. Dos años más tarde, producido el golpe de Estado de 1930, Mario Bravo, entonces secretario de redacción, confeccionó una serie de preguntas para que yo entrevistase al ministro del Interior, Sánchez Sorondo. En la primera conferencia de prensa traté de cumplir lo ordenado por Bravo. Los cronistas destacados no atinaban a efectuar preguntas importantes, cuando de pronto interrogo: 'Señor ministro, ¿cuándo habrá elecciones?'. Sánchez Sorondo levanta la cabeza, mira ofensivamente hacia mi, e inquiere: '¿A qué diario pertenece usted?'. Respondí sin prisa: 'A La Vanguardia, órgano del Partido Socialista, señor ministro'. Sánchez Sorondo, ya repuesto de su estupor, masculló: 'Socialista tenia que ser, con esa pregunta."

UN IDEALISTA CASCARRABIAS

El profesor de Instrucción Cívica Américo Ghioldi explicó a SIETE DÍAS cómo desde su infancia estuvo ligado al periódico: "Tenia ocho años y me inicié doblando prolijamente los ejemplares del semanario que había que mandar al interior del país. Asumí por primera vez la dirección de La Vanguardia en 1925, en el mes de enero. El doctor Justo era el director y como debía tomarse licencia me pidió a mí que la dirigiera durante el verano (mis vacaciones de maestro); yo tenía 24 años y jamás había entrado en un diario. Del oficio, lo único que sabía era ... leer y escribir. El día que llegué a la redacción —hace memoria Ghioldi— ni siquiera sabia sentarme en el escritorio . . . Nunca he sufrido más que en esos tres meses. La primera semana que pasé en la casona de la calle Defensa fue inaguantable. yo no sabia nada de nada. Desconocía la función de director y todos los días tenia que escribir el editorial, recibir temas, revisar los originales. Fueron tres meses dramáticos. Mi principal problema consistía en aguantar el carácter de un redactor singular y único, de un temperamento cascarrabias incurable, desordenado pero talentoso: Esteban Jiménez. Todos los hombres del partido que lo conocieron coinciden en manifestar que dos ejemplares humanos de cascarrabias como él no deben de haber existido. Comenzaba a redactar un artículo (perfecto, desde luego) a las 2 de la tarde. Escribía una palabra, leía todos los diarios, subrayaba, gritaba, anotaba algo al dorso de una boleta electoral, con letra ilegible. Resulta que Jiménez solía corregirse hasta último momento. De una hoja, dejaba quizá sólo una palabra. Sus artículos eran cientos de hojitas sin numerar que requerían hasta última hora de la noche (momento en que se efectuaba la entrega de originales) la presencia de un linotipista especial en los talleres."

LOS CAMINOS DEL EXILIO

La noche del 4 de junio de 1943 Ghioldi durmió en el diario. Había estallado un golpe de Estado y se temía que se repitiera lo acontecido en 1910, según evoca ante SIETE DÍAS Luis Pan. Ese temor, sin embargo, se cumpliría una década más tarde. Los antecedentes que culminaron con el incendio de la Casa del Pueblo se originaron en 1942. Ese año el diario sufre 4 clausuras, en sus editoriales se anatematiza al régimen acusándolo de nazifascista y de colaborar con las potencias del Eje. A fines de diciembre de 1943, el gobierno del general Edelmiro J. Farrell ordenó a los diarios que los editoriales debían individualizarse con la firma de sus autores; como consecuencia. La Vanguardia dejó de aparecer.

Tres meses más tarde reaparece, pero siete días después es nuevamente clausurado. El cincuenta aniversario se festeja ante el silencio de las rotativas; "el diario tenía un aire fantasmagórico, comenzaba una época distinta", memora Pan. La irregularidad de las apariciones provoca un estado de falencia económica que obliga al diario a convertirse en semanario. "Para muchos —memora el caricaturista Tristán— era la época del auge; llegaron a imprimirse 280 mil ejemplares. Cada salida del semanario era como un verdadero mitin." Para Pan, en cambio, "fueron momentos difíciles".
La represión policial obliga a los socialistas a fundar una imprenta clandestina en Ranelagh, en la provincia de Buenos Aires, que la policía —a su tiempo— descubrió. "Porque la policía siempre llega —advirtió Pan—. El procedimiento para clausurar en 1947 a La Vanguardia fue sencillo: se enviaban diariamente inspectores de todo tipo, hasta que un día, haciendo pie en la supuesta queja de los vecinos de que la rotativa producía ruidos molestos durante la noche, a pesar de que imprimíamos entre las dos y cinco de la tarde, jamás a la noche, la Intendencia Municipal, por orden de Perón la clausuró". "El actual ministro de gobierno, el doctor Guillermo Borda - si mal no recuerdo - era secretario de gobierno en la Municipalidad", evoca Juan Antonio Solari al ser entrevistado por SIETE DÍAS. Una semana más tarde de la clausura apareció el primer número de La Vanguardia clandestina. El editorial pontificaba "Nos quitan la pluma de la mano, pero no podrán ocultar la verdad de nuestra prédica". Aparecía todas las semanas, gracias al trabajo de un pequeño equipo; la composición se efectuaba en un taller del barrio del Once. Una vez armadas, las páginas se trasladaban en auto hasta diversas localidades del interior de la provincia, y a veces hasta Rosario, donde en imprentas clandestinas —y casi siempre de noche— se imprimía.
El equipo comandado por Pan, consigue eludir la persecución policial hasta que éste se exilia en Montevideo. Desde allí (a partir de 1951, luego del frustrado golpe encabezado por el general Benjamín Menéndez) La Vanguardia se edita en la última página del diario El Sol, dirigido por Emilio Frugoni. Meses más tarde, el periódico socialista tiene dos ediciones, una en papel común y otra en papel biblia. La última se distribuía por todo el mundo.
El 15 de abril de 1953 estallaban bombas opositoras en Plaza de Mayo y en la cabecera del subte "A". La revancha de los peronistas fue el incendio del Jockey Club, la Casa Radical y la Casa del Pueblo. Con las llamas se perdió la primera (y única) colección de periódicos obreros que existía en el país; los archivos de la redacción, los muebles, la sala de máquinas y todas las pertenencias del Partido Socialista. Curiosamente, sólo se rescató el fichero de afiliados.
Con los últimos estallidos sobre Plaza de Mayo, los socialistas se aprestaron a reabrir La Vanguardia. Las ediciones sobrepasan los 200 mil ejemplares. Sin embargo, la oposición neutralizó esa tirada al editar otras hojas políticas. Entre 1955 y 1956 la doctora Alicia Moreau de Justo defenestra de la dirección a Ghioldi. Ese fue el comienzo de fracturas que se irán profundizando con el correr de la década. En julio de 1958 se escinde el partido, y a partir de entonces las nuevas agrupaciones se distinguen como Partido Socialista Democrático (Ghioldi, Solari. Pan y otros) y Partido Socialista Argentino (Muñiz, Palacios, Alicia Moreau de Justo y toda la juventud). Para el sector comandado por Palacios quedará La Vanguardia.
"En este momento La Vanguardia aparece en manos de los dos núcleos del partido Socialista (Argentino y Democrático), siendo yo director de lo que ahora se conoce como Vanguardia negra, en contraposición a la Vanguardia azul, del PSA", explicó Pan. Para Selser "la escisión se originó por la lucha del poder dentro de La Vanguardia, porque ellos son responsables del estado dei partido en este momento, de su desprestigio en la masa peronista. El antiperonismo de La Vanguardia en 1955 se parecía demasiado al antiperonismo de los gorilas, tenía su mismo aire de rencor salvaje contra la clase trabajadora". Un corolario, en fin, que no condice con aquellos ambiciosos enunciados del 7 de abril de 1894.


Fuente: "El Historiador" *Magicas Ruinas